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La poesía romántica. 2.0

martes, 24 de febrero de 2015

La vida secreta de las palabras, es decir, aspectos generales de morfología.

Empezamos una nueva era en las clases de Bachillerato y os he preparado una presentación con los aspectos esenciales de morfología, que no es ni más ni menos que un resumen de lo que hay en el libro. Es muy importante que lo sepáis bien y por ello, hay que estudiarlo con alegría. Muchas cosas ya las habíais estudiado pero la flaca memoria se las había llevado al lugar donde habitan los sueños. Rescatadlas del olvido y dadles un baño de espuma.
Está claro que entran en el examen. Y en 2º son fundamentales.

jueves, 19 de febrero de 2015

Tirante el Blanco no es una novela erótica.

Leo en las noticias de hoy, en el periódico El País el siguiente titular y subtítulo:


El muy impetuoso Tirant lo Blanc


Pere Planella estrena un vitalista montaje de la obra de Martorell y señala que en su día fue una novela erótica tan popular como hoy ‘50 sombras de Grey’


No. Me niego a considerar una de las obras cumbres de la literatura medieval como una novela erótica por el simple juego de hacer un titular interesante para que los lectores piquen doblemente: lean la noticia y vayan al teatro a ver la representación. No dudo de que se pueden hacer versiones buenas de obras buenas. Lo que pasa es que Tirant o Tirante, tienen la negra. Ya nos tocó enfadarnos por la versión cinematográfica y ahora me enfado por la noticia que, a fuer de simplificar las cosas, termina por decir mentiras.El género de la novela es el de caballerías y así lo entendió Miguel de Cervantes cuando en su obra El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha dice lo siguiente en el capítulo VI, en la edición de Francisco Rico


—¡Válame Dios—dijo el cura, dando una gran voz—, que aquí esté Tirante el Blanco! Dádmele acá, compadre, que hago cuenta que he hallado en él un tesoro de contento y una mina de pasatiempos. Aquí está don Quirieleisón de Montalbán, valeroso caballero, y su hermano Tomás de Montalbán, y el caballero Fonseca, con la batalla que el valiente Tirante hizo con el alano, y las agudezas de la doncella Placerdemivida, con los amores y embustes de la viuda Reposada, y la señora Emperatriz, enamorada de Hipólito, su escudero. Dígoos verdad, señor compadre, que por su estilo es este el mejor libro del mundo: aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con estas cosas de que todos los demás libros deste género carecen. Con todo eso, os digo que merecía el que le compuso, pues no hizo tantas necedades de industria, que le echaran a galeras por todos los días de su vida. Llevadle a casa y leedle, y veréis que es verdad cuanto dél os he dicho.


http://cvc.cervantes.es/literatura/clasicos/quijote/edicion/parte1/cap06/default.htm

La descripción que se hace de la novela aquí dista mucho de la idea que tiene el periodista cuando señala que era una obra que leían las mujeres (como las novelas de caballerías, típicas de este sexo) Sobre todo cuando se está comparando constantemente con las Cincuenta sombras de Grey.

Lo que creo yo es que habría que dejar cada cosa en su sitio para que luego todo estuviera ordenado. No podemos hacer que la vida gire en torno al sexo para que se venda más, se oiga más, se lea más... De esa manera debo dar la razón a Felicien Rops quien en 1878 realiza esta obra llamada Pornocrates (cuya etimología es "Pornos" del griego "disoluto, libertino" y "crates" también del griego "poder" que procede a su vez de la palabra "cabeza") 

Yo había empezado a sospecharlo hace años pero cuando leí el artículo: "Bienvenidos a la era del porno pop" (http://blogs.elpais.com/planeta-manrique/2012/01/bienvenidos-al-porno-pop.html) de  Diego A. Manrique escrito el 23 de enero de 2012 en EL País, ya no tuve ninguna duda. Vivimos en una época en la que no solo la escultura, la música, la poesía y la pintura (que son las disciplinas que aparecen en el aguafuerte de Rops), es decir, el Arte en general tiene una base erótica sino que nuestra vida debe ser pornocéntrica como se estudia en la eso entre antropocéntrica o teocéntrica.Manrique comenta la dictadura del erotismo que gobierna la música de las solistas como Cristina Aguilera o entre otras y yo propongo Miley Cyrus. Ya que para vender discos necesitan ir ligeras de ropa, hacer vídeos en los que aparezcan "movimientos sexis" y letras que muevan al escándalo (aunque yo creo que siempre nos escandaliza lo mismo)

Si, es así, bienvenido al mundo real. Tirante tiene aventuras, es irónico, es realista, tiene naturalismo en una época en el que no se sabía lo que era eso. Por ello no hay que relativizar las cosas. Tirante no es una novela erótica sino una novela de caballerías con erotismo en algunos momentos amorosos.

Es cierto que muchas de las grandes obras literarias de otros siglos (El libro de Buen Amor, La Celestina, La obra de San Juan de la Cruz, o Veinte poemas de Amor y una canción desesperada) tienen escenas eróticas muy interesantes, algunos podríamos decir que subidas de tono, incluso que nos cuesta trabajo explicar a los adolescentes. Pero ningún profesor ni lector se queda solo con eso, a no ser que en nuestro mundo no haya sitio para más. Me gustaría que no hubiera estrechez de miras y que se pudiera hablar de la literatura erótica que la hay en el siglo XV, XVI y en siguientes.Yo les digo a los alumnos que es importante entender bien las obras de arte, y del Tirant hay que extraer su contenido erótico pero que no sea el único, por favor, porque no le hacemos favor a la literatura ni al arte.

Dedicado al departamento de Lengua y Literatura castellana del IES Valdebernardo que luchan a brazo partido para que los alumnos crezcan con esa amplitud de miras que no tienen algunos de los "mayores".


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domingo, 15 de febrero de 2015

Una campaña de arte con poco "arte"

Y una vez más me piden que realice algo parecido entre publicidad y arte con comentario. Como no se me ocurre qué hacer, voy a lo fácil y me pongo a revisar la serie de fotografías sobre cuadros que realizó Mario Sorrenti para la casa de modas Ives Saint Laurent en 1999.Tiene que ver con lo que ya hemos comentado en otras entradas y que ya viene siendo una manía bastante grande, la de utilizar el arte, en concreto la pintura, como fuente de la fotografía. Parece que no hay ningún grande que se haya resistido. No me parece muy buena y creo que Sorrenti no entiende las obras que emula. No se trata de utilizar la obra de arte y chimpún, como hace él. Se trata de que haya un diálogo en el que el autor moderno avance en algo. De todas quizá solo una se salve y eso es lo que propongo.

Aquí presento a la primera en la que se aprecia un joven tumbado de la misma manera que La Olimpia de Manet.  El cambio de hombre a mujer me parece interesante. Que mantenga la mulata con las flores, también, pero hay cosas que no, que por ahí no paso. Primero: que el hombre va vestido. La Olimpia es una prostituta, que espera un cliente. Cierto que está tumbada como lo estaban las Venus (no hay más que recordar la fuente de ésta que era una obra de Tiziano), pero hemos dejado su divinidad para que pase a ser una mujer de carne y hueso. Lo interesante de la pintura era la transgresión. La mujer desvestida era una mujer de su tiempo y miraba al espectador fijamente, sin pudor, sin sentir que le avergonzara nada. Su criada le lleva las flores de un amante, pero ella, acostumbrada a los presentes, nos regala su mirada bellísima.

En la de la marca YSL la mulata no parece ser su criada sino la amante que espera a que él vuelva su
mirada, detenida en nosotros, y que, lejos de invitarnos, parece que nos está perdonando la vida, que es lo que pasa con la mayoría de los modernos modelos de belleza. No nos invita a  nada, es más nos sentimos intimidados y caemos de rodillas con la cabeza gacha pensando que somos osados si mantenemos la apostura. Sólo se nos ocurre pedir perdón por nuestra fealdad, tamaña es la belleza de los dioses de la moda. Hay por lo tanto una diferencia en la moderna tanto la mujer mulata como nosotros nos iremos, quizá juntos,  pensando en la desgracia de nuestra nadería. En la obra del francés esperaremos nuestro turno para poder gozar de lo que Olimpia nos puede ofrecer.

Desayuno en la hierba del mismo autor fue igualmente transgresora porque entre otras cosas contaba con mujeres desvestidas o desnudas delante de hombres. La mirada se volvía al espectador y no había ninguna causa para que esta escena estuviera pasando delante de unos ojos puritanos. Claro que había fuente clásica (Giorgione) pero la supera en el naturalismo de una pintura moderna, fresca y extraña. Aquí la modelo Kate Moss es la vestida y los modelos masculinos se han desnudado. Vale. Pero sigue siendo fallida. El que debería mirar al espectador es uno de ellos. Debería interactuar con nosotros mientras que la mujer debería tratar al hombre como es tratada en la obra de Manet, es decir, fríamente.

Si nos fijamos bien los hombres están yendo a lo suyo despreocupados de la fuerza erótica femenina que les rodea.  Parecen tener una conversación filosófica o de negocios que ella estaba atendiendo hasta que alguien entra y molesta su atención  y la del otro caballero. Aquí en la fotografía de moda hay una distancia entre los tres como la que proyecta ella con nosotros, que tampoco es sensual sino perdonavidas. El punto de vista desde el que se toman las fotografías en la que quedamos nosotros ligeramente por debajo ayuda a esta sensación.











La que pongo abajo es la obra de Hipolito Flandrin llamada Desnudo de un hombre sentado al borde del mar de 1864. Este pintor representa la pintura de corte academicista, muy criticada en estos días. Sigue gustando a todos menos a los estudiosos del arte que ven en ellos unos ejecutores magníficos pero de poca consistencia artística. Ahora se prefiere a los rompedores, los que en contra de las normas propuestas por las diferentes instituciones hicieron de la pintura la revolución, la batalla, la vanguardia. Flandrin, como Bourgereau o Cabanel eran muy buenos profesionales pero ¿de verdad eran genios de la  pintura?

Discusiones bizantinas aparte, al público le gusta por su ejecución y porque hay un algo que no se comprende. ¿Qué hace este hombre ahí, en una roca, desnudo y en esa actitud? Nos recuerda al romántico frente al acantilado de Friederich. No comprendemos nada y eso nos pone en alerta. Además la ambigüedad nos lleva a imaginar diversas historias (no hay una sola) para comprender el momento en el que esa instantánea puede estar.

Con la inclusión de la mujer que nos mira ya hay historia. No podemos evitar relacionar las dos imágenes contrapuestas en nuestra cabeza. Se trata de la personificación de la antítesis. Hombre-mujer/ vestido-desnudo/ introversión-extroversión. Muy evidente a primera vista. El aspecto lánguido de la mujer y que nos mire directamente ayuda a querer conectar con ella y a comprender qué le pasa. Parece que ya encontramos una fotografía "no fallida", pero no. La fuerza sobrecogedora del solitario se rompe con todo la anecdótico. Todo lo que incluye no mejora en nada el original y deseamos que ella se vaya par poder seguir imaginando lo que Flandrin propone.

La pintura tenebrista de abajo no es ni más ni menos que Magdalena penitente, de George de La tour de 1644. Era general representar a este personaje de dos maneras. Por un lado bella, con los frascos de perfumes utilizados para lavar los pies de Jesucristo. Era la representación de la mujer "cortesana", bella, provocadora y pecadora, deseosa de acabar con su mala vida. Un tiempo después de dejar todo ello para seguir a Cristo, María Magdalena es pintada como ermitaña. Sus ropas feas, su cara lavada y con las marcas del dolor y de la penitencia. Aquí representa la vanitas. La calavera nos dice "memento mori" y su actitud reflexiva invita a la contemplación a la lectura, a dejar el mundo (comtemptus mundi) o la reflexión sobre el paso del tiempo (tempus fugit)

Si por algo es elegido este lienzo es por la actitud de la figura, mirando lo inconsistente de la luz, que se convierte en la verdadera protagonista. Ilumina lo que el autor quiere, entre otras cosas las piernas de esa mujer que es el descuido y la introspección. Nunca la belleza que había sido sino el rasgo del barroco sobre la caducidad de nuestra estancia en la tierra.

La inclusión de la figura masculina vuelve a desequilibrar la composición y el significado, no avanza nada y despista. Ella ya no piensa en lo que verdaderamente tiene sentido en la vida y vuelve a mirarnos sin vernos. La luz única se convierte en algo anecdótico y nunca primordial. Las ropas, que recuerdan las de su fuente, son mucho más elegantes y el hombre, que la mira parece querer comunicar algo. Mucho más cerca su rostro de las obras prerrafaelistas que de las barrocas. En definitiva otra copia sin más que no genera nada más que un vago recuerdo al original.



La Gioconda es la obra más conocida de Leonardo y que ha acaparado miles de palabras y cientos de libros y elucubraciones. No se puede ir al Louvre y observarla salvo por casualidad. La foto de Sorrenti... pues vale, pero nada más. Lo más importante podría hacer sido la luz. Esa luz que maquilla a la mujer en el cuadro de Leonardo y que la difumina casi desde los primeros planos. Las sombras y las veladuras ocultan y potencian lo que el autor quiere. Luego el fondo. 

Uno de los elementos más admirados es ese fondo casi lunar que también ha cautivado y preocupado. Aquí queda desdibujado con el Sfumato que el fotógrafo propone y que yo creo que es para ayudar a dar relevancia a los personajes pero si ninguna otra intención. La inclusión del hombre rompe todo el hechizo. Y la obra queda incomprensible. Con la del italiano hay un diálogo íntimo pero tres, que son multitud, ya no nos inspira de la misma manera.

Ella mira al espectador y nos atrae. Aquí nos sigue mirando pero no podemos hacer solo caso a ella. debemos compartir mirada. Pero el hombre con los tatuajes nos cautiva más (no porque sea fémina, sino porque es la nota discordante) Como no nos mira vamos a ver qué es lo que nos dice y.. nos damos cuenta de que tampoco la mira a ella. Está ensimismado en su actitud prerrafaelista. 

La venus del espejo de Velázquez es una maravilla. No puedo empezar lo que quiero decir sin dar muestras de mi admiración por ella. Y como parece que estoy poniendo a caldo al autor de estas fotografías, no voy a pasarme mucho en esta. La venus está ahí para nosotros, reflejándose en el espejo.Vale hasta ahí. El cuadro del Sevillano tiene un tema fundamental: Cupido, ese niño que sujeta el espejo está mirando la belleza de Venus que se complace mirándose al espejo. Es una manera de representar el famoso tema del baño de Venus. El amor cae rendido ante esa belleza (lleva las manos atadas) y nosotros también.

En la fotografía moderna ya no hay amor que se ha convertido en el joven guapetón que también se mira al espejo y "pasa" de la bella mujer que hay a su espalda. La lectura no puede ser tan desoladora, ambos complacidos en su narcisismo se olvidan de que quizá es mucho más interesante hacer algo juntos. Es como si los dos estuvieran jugando con sus teléfonos móviles en vez de estar a otra cosa juntos. Yo, desde luego, es que no lo entiendo.



Gabriella D´Estrees, amante de Enrique IV, junto a una de sus hermanas son las que aparecen en este cuadro de Clouet. Ella lleva un anillo que es el que llevó el monarca en la coronación. Se ha especulado mucho sobre la actitud de las dos hermanas y parece que entre los argumentos más consistentes están el de que los pezones se teñían en esta época y era del gusto del rey. El cuadro dio mucho que hablar y se realizaron bastantes con el tema de una mujer con busto desnudo sujetando un anillo. Los interiores ricos que se ven al fondo nos dicen que son amantes o esposas de personas de alto nivel.
Lo que rompe otra vez el sentido de esta recreación es el caso de los sexos contrarios. Las cortinas y la bañera con tela, a la usanza de la época, nos vale. Pero perder el fondo que en el lienzo de Francois Clouet es fundamental ya dice mucho. El cambio de papeles, que es lo que aquí se muestra transgresor no está mal. Un poco manido pero bueno. Está claro que el varón es el que realiza el papel de la amante del rey por el anillo. Pero así no sabemos qué es lo que quiere decir. Yo creo que la simple imitación de la obra de arte no me vale como he dicho antes y esperaba que hubiera algo más que nos intrigue, nos provoque o nos deje maravillados y, con esto yo no lo estoy.

El sueño de 1866-8.  La provocación, como venimos viendo, no la hemos inventado nosotros. Estamos viendo que muchos artistas ya lo hacían para remover los sentimientos de las clases burguesas y acomodadas. Courbet no pensó exponer esta obra en ningún Salón (fue un encargo del embajador turco en París y también tenía obras como El baño turco de Ingres) Representa una escena lésbica en un espacio cerrado y lujoso pero no un harén. El tema de la mujer lánguida y adormilada ya lo había realizado con Dos mujeres en el Sena. Aquí no hay componente moral, no se juzga y hay una gran carga erótica que...

aquí se ha quitado. Sigue resultando curioso que lo que nos remueva sean los mismos pensamientos de por qué la mujer está desnuda y el hombre no. Aunque ella lleva la carga sensual de la fotografía, el parece pensativo y nos enfría. Sigo prefiriendo el original a pesar de que me molesta un poco como mujer el por qué se hacían estos cuadros íntimos pero también me molesta que en revistas que quieren ser serias haya reportajes de mujeres desnudas como ocurre con Interview. ¡Qué le vamos a hacer!



La bañista de Valpiçon de Ingres era un cuadro íntimo. Eso lo tenían todos aquellos que representaban harenes o conjuntos de mujeres, generalmente orientales. Su fuente vuelve a ser el baño de Venus y representa a una mujer desvestida que va a tomar un baño ( ya ha dejado de ser Venus como hemos visto en algún cuadro anterior). Ha sido objeto de muchas interpretaciones pero vuelve a estar desvirtuada en la versión de Sorrenti. Para que se vea lo que hace un verdadero genio Man Ray en 1924 realiza la fotocomposición El violín de Ingres. Aquí recrea tomando como fuente la obra pero hace otra cosa.



Porque ella no está en una cama sino en un diván en donde se está desvistiendo. La cortina separa la parte del baño en donde está cayendo el agua. Tiene recogido el cabello para no mojarlo. Que pueda tratarse de la favorita de un rey oriental o la de uno occidental, que se trate de una cortesana de lujo o no ya no lo podemos saber. Lo que sí sabemos es del gusto por este tipo de pinturas que a los hombres resultaban sugerentes.

Ahora la modernidad de este dormitorio en el que el hombre vuelve a estar vestido y ella no ya nos despista. No comprendemos por qué lleva ella el pelo recogido así y por qué el no se está desvistiendo si lo que parece es lo que se supone. Qué les ha detenido así y por qué ella mira hacia él en esa pose tan rara y él nos vuelve a mirar no sabemos si perdonándonos la existencia o pidiéndonos consejo de qué hacer en semejante momento. Como estoy ya cansada de decir vuelve a perderse el contenido de la obra y  no mejora la inclusión de otra figura.

Las tres gracias de Jean Baptiste Regnault le han servido de modelo para esta fotografía. Las tres gracias tienen un origen variado y lo general es hacerlas hijas de Zeus. También son llamadas las Cárites y, aunque no se ponen de acuerdo en sus nombres sí está claro que suelen ser tres. Esta obra no es la más famosa (Rubens o Rafael también hicieron tres gracias) Y no siempre estuvieron solas ya que en El nacimiento de la primavera  de Botticelli aparecen junto con otros personajes en una escena muy complicada de explicar. 


Así podríamos decir que la introducción de la figura masculina no se aparta de lo que han hecho otros y podría resultar un acierto. Pero no. Es la tónica de lo que hemos comentado anteriormente. Hay una desunión entre las dos partes de la obra y no se mejora nada. He de decir que ni siquiera tomando todas las fotos en conjunto podemos hacer una lectura positiva.



















Este cuadro es muy interesante porque es la pintura de una violación, Se llama El cerrojo, es de Fragonard y lo pintó en 1778. Su estilo es rococó, que a los críticos de hoy en día les parece superficial y bastante anodino. Sin embargo, hay obras como esta o la de El beso robado que nos resultan interesantes para saber lo que se cocía por entonces. Sorrenti imita dos cosas: la mano en el cerrojo, que dice mucho de cada una de las imágenes y la cortina roja que, en principio no es necesaria para la interpretación pero que compositivamente es esencial.

Lo que no veo muy claro es la diferencia de poner al hombre desmayado y una sombra como de parca que se introduce en la cortina roja. Me recuerda a Tumba ¿dónde está tu victoria  o Fatalismo de Toorop, esas curvas que salen del cuerpo del hombre. Al haber dos personajes en la obra original, ser de sexos opuestos y estar relacionados no hay un desencuentro en la fotografía de moda. Ahora podemos pensar en una historia y ser, además, interesante. ¿Por qué cierra la puerta?, ¿la está abriendo? ¿está desmayado o dormido? ¿Ha muerto y ella es la muerte? En fin, dejo libre la interpretación de la única que quizá por equivocación sea la verdadera obra de un fotógrafo con clase.





lunes, 2 de febrero de 2015

¿Meninas o Menines?

Veo en el periódico que Yasumasa Morimura ha vuelto a hacer de las suyas con Velázquez. Y me van a tener que dar la razón de que siempre copian a los mismos. Claro está que este artista es uno de los grandes pero ¡ya está bien, por favor!. Le doy, sin embargo, un aprobado a una de las fotografías que hay de aquella sesión de fotos en la que este autor, del que ya he hablado anteriormente en una entrada, se disfraza de cada uno de los personajes de Las Meninas. Pero hagamos una ligera historia del copieteo porque a mis alumnos de 1º bachillerato les doy mucho la tabarra con que los autores utilizan frases, versos de otros poetas como inspiración u homenaje.


Muchos conocen los Caprichos de Goya o Los Desastres de la guerra pero pocos conocen la mal llamada colección de grabados que dedica a Velázquez entre los que se incluye, como no podía ser de otra manera, Las Meninas. El autor aragonés la concibe en dos o tres entregas que nunca se pusieron a la venta general. ¿Por qué Velázquez?

Mengs en una carta a Antonio Ponz en 1776 le dice que es el "único pintor español que se salvaría". Eso decía muy poco de la consideración que tenían del resto.  En el siglo de las luces los países acostumbran a divulgar las bellezas patrias y no sabemos si esto era un imposición o bien lo elige Goya. Lo que sí se conoce es que Carlos III decía que era importante que se divulgaran las obras y que los grabados era la forma más fácil de que llegaran fácilmente (la fotografía no estaba inventada). Aún así lo compraron gente como el Embajador de Austria, Sabatini, etc porque era un regalo típico de las cortes.

El pintor neoclásico reproduce lo más fiel posible el original, aunque, como ocurre casi siempre podemos descubrir su huella porque todavía se estaba formando como grabador al aguafuerte.

Picasso, que es considerado uno de los mejores pintores del XX, y el que más ha influido en la pintura desde entonces (afirmación un poco exagerada que puede ser verdad), desde 1957 trabajó interpretando Las Meninas, desde una perspectiva ya falsamente cubista. También lo hizo con Los baños de Argel de Delacroix y con Desayuno en la hierba de Manet, entre otros.

 El autor malagueño utiliza el lienzo de Velázquez para estudiar los personajes, el espacio, la multiplicación de planos, la forma (dibujo continuo o discontinuo). En este diálogo con el maestro anterior, Picasso lo redescubre y reflexiona sobre su quehacer pictórico. Su serie de cuadros en los que sin color o con él, con todos los personajes o unos cuantos, de formato apaisado o no, consigue hacernos creer que si Velázquez hubiera nacido en el siglo pasado, se habría llamado Picasso. 

Muchos de los que copian lo hacen simplemente porque el original es tan conocido que puede llegar al gran público sin necesidad de grandes esfuerzos. Eso es lo que ocurrió con la campaña publicitaria de El corte Inglés utilizando como reclamo Las Meninas (el cuadro más visitado del Museo del Prado). Este anuncio dedicado a las revistas de los aviones de Iberia y en la fachada de su edificio de la calle Goya de Madrid lució muy bonito.

¿Qué podemos interpretar? Aparentemente nada. El espacio  parece el Alcázar y los personajes están todos aunque de manera diferente. La sesión pictórica se ha convertido en fotográfica (incluido el fotógrafo-autor); el lienzo es un paraguas fotográfico y, como decía poca cosa más, salvo que Nicolasito es una niña y que Maribárbola muy enana no parece.

Pero hay que ir un poquito más allá y mirar detrás del telón, como digo a los de bachillerato. Si leemos lo que dice "La moda es arte", tenemos la clave. Hay otra foto gemela en la que aparece una bolsa con el famoso triángulo logotipo de la empresa que dice: "Donde comprar es arte". Muy propio. Si este cuadro es el más visitado de los museos de España, estos grandes almacenes son los más visitados de España también. Uniendo una cosa con la otra podemos decir que es una metáfora. El corte inglés es Las Meninas de las compras de moda. ¡Toma ya!, ¡qué osadía!.

En el anuncio que hizo la marca Repsol cuando España ganó la copa del mundo  se eligió la Rendición de Breda de Velázquez. Hay una copia sin más del modelo original. En la de los grandes almacenes se observaba una modernización en las vestimentas pero no había nada novedoso. En la del mundial la colocación de la "roja" como vestimenta sobre los personajes españoles. El resto es lo mismo. Hagamos un poco de historia. La idea del pasado grandioso de nuestro país, la actitud caballerosa de los vencedores que no dejan humillarse a los vencidos y la idea de que el ejército vencido fuera Holanda (a pesar de la patada de De Jong [Gracias G.]), ayudaba mucho a que el cuadro fuera el que había que poner y no otro. No se trata de hacer arte, sino de tomar un elemento conocido para sorprender, para llamar la atención sobre la marca que se anuncia con un poquito de ironía que no venía mal. Los españoles seguimos siendo caballeros con los contrincantes que no tienen la equipación con loe estrella a pesar de sus finales.

Para contrarrestar la publicidad, en este caso relativamente vacía de contenido, pongo al Equipo Crónica. En La Salita de 1970, Solbes y Valdés utilizan el cuadro de Velázquez como "cita", algo así como la intertextualidad literaria. Una parte del lienzo clásico, en este caso algunos personajes, son representados en primer plano. Todo ello conforma una unidad semántica que remite a la obra original. Con ello los autores no sólo demuestran su fervor por el sevillano, sino que sumados a otras figuras, al fondo y al título (siempre imprescindible) significa algo totalmente diferente.

La introducción del patito de goma, la pelota de playa y la planta en el primer plano une pasado y presente. El diálogo de autores entre Velázquez y el Equipo Crónica, autorretratado detrás con sus carpetas podría aludir a la condición de creación de la obra pictórica.

Pero lo que verdaderamente tiene importancia es el fondo, que aquí es el telón plano en donde se sujetan las figuras. El alcázar ahora es un salón de familia media española con la televisión al fondo y otra sala con el sillón. La decoración es muy del gusto kitsch (algo así como hortera). No nos podemos perder el payaso que hay en la pared y la sensación de plató de serie de sobremesa de hace algunos años. Ahora sí que podemos pensar en la crítica a las aspiraciones de la sociedad media española en los años 70 en donde la vacaciones, el pisito y el coche hacían olvidar cómo se consiguió todo ello. La despreocupación por los problemas de España mientras pudieran tener aquello que se les ofrecía como la panacea del sueño de ascensión social. El sueño americano a la española.

Otra obra interesantísima en la que podemos ver una cita de las Meninas es  El recinto (1971). Aquí lo realmente velazqueño es el espacio, mientras que los personajes distribuidos por el espacio nos alejan de ella, a pesar de que el perro siga en su lugar. Maribárbola es la que pintara Picasso, como lo es también la figura que sale por la derecha del lienzo y que tiene mucho peso en la pintura. La figura del primer plano no es un borrón, es el retrato de Brigitte Bardot de Saura, hay citas de cuadros de Miró a color por el lienzo y en el espejo que ocupaban los reyes aparece un fragmento de la obra Presagio de la Guerra Civil de Dalí, que guarda un "diálogo" con El Guernica, ya que ambos son coetáneos y tienen un mensaje parecido.

Lo que no es cita son los gánsteres y las figuras con el brazo alzado del fondo. Es otra obra de muchas interpretaciones. Desde la puramente artística (el dinero y el arte, la condición del pintor como testigo y voz de su tiempo) hasta algo más político. Ha leído varias de ellas sobre este lienzo y creo que tiene tantas como la propia obra original de la que se ha escrito más que de cualquier otra pintura española.


A mí me gusta mucho este lienzo de Cristóbal Toral llamado "D" après Las Meninas de 1975. Para el pintor hiperrealista (conocido ahora por haber pintado el retrato del rey Juan Carlos I en un contenedor de basura) la estancia en la que se encuentra la familia de Felipe IV es lo más importante. Deja el lienzo de Velázquez y la pared y el fondo pero el resto lo llena de maletas y de trastos viejos. Su obra está salpicada de estos objetos e incluso uno de sus libros se titula La vida en una maleta. Para él no solo reflejan el tránsito y las idas y vueltas de la vida. Para él las maletas son muy personales; han pertenecido a alguien y no sabemos a dónde han ido, por qué y qué han contenido. También se puede considerar metáfora del hombre.

Las maletas aquí parecen las memorias de alguien, todas sus pertenencias en el almacén de la historia, la buhardilla de España. Ahí están cada una de los recuerdos y vivencias de cada uno de los que han vivido y que ya son objetos muertos y sin significación. Porque lo que ha sido muy importante para alguno carece de importancia para el resto. Al abrir la maleta no comprendemos nada de lo que hay, esa es la tristeza de nuestra insignificancia.

Sophie Matisse, descendiente del pintor realiza este lienzo en 2001 llamado Las Meninas. Si el anterior llenaba la estancia de cosas a Sophie le da por vaciar los cuadros de los autores y dejar esa atmósfera gélida y espectral que es la misma que hay en los lugares concurridos cuando cae la noche y todos desaparecen. Si nos callamos y escuchamos creemos oír las voces de los personajes que todavía resuenan. La vida se ha ido y se da paso a la nada. ¿A la nada?

A lo mejor sin personas entendemos mejor lo que nos rodea y que a fuerza de verlo siempre acabamos por no mirarlo y desconocerlo. Viendo este cuadro lleno de personas queremos saber qué le ocurrió a esa pobre niña cuya vida fue tan desgraciada como las princesas de entonces, qué pensaban las jóvenes que la acompañan y si Nicolasito está maltratando al perro o jugando con él. Ahora ya no hay vida y por ello reflexionamos sobre otras cosas que son abstractas y, por lo tanto, pueden relacionarse con el hombre en general. Es lo más cercano a los cuadros de Rotko que se me ocurre.

La obra de Lluis Barba Las Meninas 2008 pertenece a la serie Viajeros por el tiempo, en donde una turista, generalmente en primer plano, realiza fotos de un conjunto de personajes famosos o no que se han colado en obras de arte conocidas por todos. No es que Velázquez esté escogido sin más. Los hay de Brueghel o de Magritte o de Leger. Asustan un poco porque dentro de la seriedad de las obras clásicas encontramos a "iconos modernos" como  Paris Hilton o Penélope Cruz y su Óscar, lo que me lleva a preguntar si un estudioso del arte dentro de trescientos años podrá conocer a algunos de estos personajillos que se cuelan de rondón en los espacios sagrados del lienzo.

¿Sabrá ese estudioso lo que ha supuesto para las tres figuras que hay de la realeza y para los españoles (fíjense bien que los reyes del espejo son Juan Carlos I y  doña Sofía)? Muchos diálogos, como dicen los modernos, hay. Supongo que frente a la americanización pop del arte de mano de Warhol y su Marilyn Monroe o Mao está la obra del pintor barroco. Luego están las familias de los dos reyes que si enlazamos una con otra puede querer decir la decadencia de España en ambas dinastías, lo que se puede denominar la monarquía crepuscular. Si lo relacionamos con la mujer pidiendo limosna tenemos el tema de las clases sociales. Pero podemos dialogar con los turistas despreocupados por el arte (vanitas) frente a lo preocupante de la pobreza en el mundo.

El color y el blanco y negro es obvio que agrupa pasado y presente. Pero... no tenemos el autorretrato del autor, que sigue siendo el sevillano y si los cuadros del pasado que colgaba en el alcázar son los de Warhol, ¿Dónde queda el retrato de familia de Antonio López?

Otra obra más. Esta es del pintor peruano Herman Braun-Vega (según Roberto Gac un maestro de la interpicturalidad) y se llama Doble enfoque sobre occidente Velázquez y Picasso de 1987. Cuentan que el pintor en crisis de creación visitó el Museo Picasso de Barcelona en 1968 y que conoció la serie de Picasso sobre Las Meninas y que la vida le cambió. Hizo más de sesenta cuadros sobre el tema en dos meses y medio. Lo que le enseñó el malagueño es a hacer suya la obra de arte de otros para poder retomarla y recrear algo nuevo.

Las interpretaciones de este lienzo no se tienen muy claras. A las figuras de la obra del sevillano se le suman una serie de desnudos que algunos han vinculados con los mestizo y indígenas (la niña de espaldas) y los descendientes de españoles (el niño rubio) y le dan a este cuadro un valor de crítica sobre la situación hispanoamericana en general y peruana en particular. Los personajes del fondo son Juan Pablo II y un político austriaco vinculado con los nazis. Para muchos la ceguera y permisividad de los políticos y de la iglesia frente a esa situación. Y al fondo Picasso es el protagonista de la obra que recuerda su etapa del circo mientras que la luz que hay sobre él es la que hay en El Guernica.

Ya el Equipo Crónica había unido a Picasso y a Velázquez y le había quedado novedoso porque  era nuevo. pero yo creo que seguir por este camino es un poco cansado. No entiendo qué tiene que ver el malagueño en la obra de Velázquez si lo que se critica es algo concreto de la sociedad indígena de época anterior. Una vez conseguidas las independencias americanas España ya no es lo que era y Picasso no tiene nada que ver.
Habrá que pensar en otra interpretación en la que quepa el autor de las pinturas azules.

Más todavía, el autor no se autorretrata en el lugar del pintor de Felipe IV, y el mantener a unos personajes y a otros no, es cuestión de estética, diría yo. La unión de ambos pintores en un mismo lienzo (que me empieza a parecer cansina), como indica el título, va más lejos en la interpretación que yo creo acotar en el tema de la obra de arte y su condición. El lienzo de Velázquez tiene ese tema como uno de los principales.



La obra de Joel Peter Witkin Las Meninas (after Velázquez) de 1987 es, cuanto menos, curiosa aunque tiene elementos que ya hemos visto en otros autores (si esto fuera una revista de esas de la peluquería haría una "Arggg"). En este caso se trata de una fotografía que mantiene el aire velazqueño. Al menos eso es lo que se respira si vemos al fondo en el espejo la pareja de reyes Felipe IV y Mariana de Austria, y en la parte superior tres pinturas del autor: de izquierda a derecha Los borrachos, La coronación de la Virgen y un fragmento de La fragua de Vulcano. Seguimos con la idea de que el autor se transmuta a un autorretrato del fotógrafo. Pero ya hay cosas muy conocidas: la relación de la obra con Miró en la figura de la derecha  y  la lámpara de El Guernica.

Este fotógrafo es considerado un autor maldito por lo que presenta en sus obras. Desde personas deformes, sexo explícito que se acerca a la pornografía. Técnicas que derivan del surrealismo y de la vanguardia, raya los negativos y coloca fragmentos anatómicos o  partes de maniquíes que descontextualizados nos ofrece una atmósfera espectral. Eso es lo que parece esta fotografía, la menos amable de todas las recreaciones de la obra de Velázquez. La infanta que es casi una incondicional aquí es medio niña que muestra el miriñaque con ruedas, le mitad de ese maniquí con los brazo en alto. El autorretrato de él como autor. La figura de Jesucristo en la puerta con la corona de espinas en la mano y la cámara fotográfica que está sobre una especie de mesa que mira directamente a nosotros.

Acabo con la que considero más floja de todas las que he comentado, la de Eve Sussman 89 seconds at Alcazar de 2003. Se trata de una filmación de un cortísimo en el que ella propone un contexto al lienzo. Según ella la obra sería un fotogramas de esta película en la que la infanta viene a la sala a ver el retrato que Velázquez realiza de sus padres. Bueno, está divertido pero con errores históricos de novata como ocurre con frecuencia.

Lo que Mª Agustina Sarmiento le está entregando a la infanta no es agua en una jarrita de barro. Es muy poco  elegante que una mujer de la realeza de este tiempo tuviera a bien beber de algo tan vulgar. Lo que le ofrece es una golosina del tiempo. Era muy chic mordisquear ese tipo de jarras hechas de un barro especial de sabor dulce que encandilaba a las golosas de ese tiempo. Cierto que tenía muchas contraindicaciones pero no se conocían. Se podría decir que casi era un droga pero la flor y nata de la sociedad española es la Península y en Nueva España lo hacía.

¿Qué pensará de esta película Jacques Lassaigne que ha pensado que todo es una composición de Valázquez en la que la infanta Margarita es el centro de la composición (como lo es la estrella Margarita, Alphecca, de la Corona Borealis)? Si, hay quien ha opinado que hay una relación entre cuatro personajes que dibujan la U típica de esta constelación. Así que de improvisación nada.

La obra del pintor barroco sirve a muchos autores para desarrollar sus obsesiones sobre la propia obra de arte. El diálogo entre los antiguos y los modernos, entre la obra de arte como representación de la Historia o como historias de la Historia, la condición del autor y su obra, la metapintura, la interpicturalidad. No voy a comentar los cientos de copias de la obra entre las que están de los Simpson y de Padre de familia, de plastilina y los millones de meninas que se venden como merchandising que  ya estoy cansada y vosotros también.

Llegamos a Masumasa y a su versión del clásico. El lugar: la sala del Museo del Prado donde se expone la obra. Al fondo, Las Meninas de Masumasa, es decir, una fotocomposición en la que el japonés se disfraza de cada uno de los personajes pero no se disfraza de Velázquez porque en realidad es la versión japonesa del diálogo entre los antiguos y los modernos. Y a la derecha el Retrato de Felipe IV, también de Velázquez, también de Yorimura. En primer plano las figuras que suponen ser las que están en el pseudolienzo y que es el autor moderno disfrazado. Que el mismo Velázquez es Masumasa pintando a la infanta Margarita, que es Yorimura, que es la primera obra de la que se apropió como ya vimos en la entrada... Velázquez-Masumasa Yorimura. Lo que hay delante del cuadro, lo que hay detrás de él. El espacio del alcázar, el del Museo del Prado, los espejos encarados que reflejan una y otra vez una escena doble que no es ni  más ni menos que la misma escena en verso y reverso, en cara A y cara B, en cara y cruz de la moneda. Pero alguien se ha planteado dónde están los reyes Felipe IV y su esposa. ¡Ah! ¡Somos nosotros! Pues vaya, igual que en Velázquez.


Si estuviera viendo esta exposición con una persona que yo me sé, habría dicho ya una tontería cualquiera. Se lo pongo fácil y le dejo la que más le habría gustado a él después de la del original. Porque... ¿qué hay más "original" que Ibáñez imitando? 


Dedicada a las Laras, que hay más de dos, y al resto de 1º de bachillerato.