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La poesía romántica. 2.0

jueves, 14 de diciembre de 2017

Sonetos de literatura renacentista para trabajar

BOSCÁN

Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme;

dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba
que alguna vez llegaba a despertarme:

¡oh sueño, cuánto más leve y sabroso
me fueras si vinieras tan pesado
que asentaras en mí con más reposo!

Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.

FERNANDO DE HERRERA


  Voy siguiendo la fuerza de mi hado
por este campo estéril y escondido:
todo calla, y no cesa mi gemido,
y lloro la desdicha de mi estado.

  Crece el camino y crece mi cuidado,                   5
que nunca mi dolor pone en olvido:
el curso al fin acaba, aunque extendido,
pero no acaba el daño dilatado.

  ¿Qué vale contra un mal siempre presente
apartarse y huir, si en la memoria                      10
se estampa y muestra frescas las señales?

  Vuela amor en mi alcance; y no consiente
en mi afrenta que olvide aquella historia
que descubrió la senda de mis males.

FRANCISCO DE LA TORRE


La blanca nieve y la purpúrea rosa, 
que no acaba su ser calor ni invierno, 
el sol de aquellos ojos, puro, eterno, 
donde el amor como en su ser reposa; 

la belleza y la gracia milagrosa 
que descubren del alma el bien interno, 
la hermosura donde yo discierno 
que está escondida más divina cosa; 

los lazos de oro donde estoy atado, 
el cielo puro donde tengo el mío, 
la luz divina que me tiene ciego; 

el sosiego que loco me ha tornado, 
el fuego ardiente que me tiene frío, 
yesca me han hecho de invisible fuego. 


FRANCISCO DE ALDANA

 El ímpetu cruel de mi destino
¡cómo me arroja miserablemente
de tierra en tierra, de una en otra gente,
cerrando a mi quietud siempre el camino!

¡Oh, si tras tanto mal grave y contino,
roto su velo mísero y doliente,
el alma, con un vuelo diligente,
volviese a la región de donde vino!

Iríame por el cielo en compañía
del alma de algún caro y dulce amigo,
con quien hice común acá mi suerte.

¡Oh, qué montón de cosas le diría,
cuáles y cuántas, sin temer castigo
de fortuna, de amor, de tiempo y muerte!